febbraio

Que desEsperanza.

Hace aproximadamente dos meses, empezamos un nuevo curso, con la poca ilusión con la que lo empezamos siempre, la verdad. Nunca me había parado a pensar los en el trabajo que hacían mis profesores en el instituto, hasta este curso. Unas semanas antes del comienzo, ya había oído en las noticias los polémicos recortes que Esperanza Aguirre había aplicado en materia de educación pública. Lo cierto es que al principio pensé que alomejor tampoco era para tanto, porque la educación pública nunca ha sido beneficiada con grandes recursos, pero al llegar al instituto, me di cuenta de que hay 13 profesores menos, han cerrado la biblioteca, no tenemos desdobles, e incluso me tuvieron que cambiar de una asignatura porque no había sitio para mí en el laboratorio de física y química.
Y en el preciso instante en el que el jefe de estudios estaba firmando el cambio de clase, me dio por preguntarme: si la gente paga por ir a la escuela privada, ¿qué hacen con ese dinero? ¿por qué tenemos que pagarles nosotros sus uniformes y sus clases de hípica si ni siquiera hay dinero para pagar a un profesor que es completa y absolutamente necesario para nosotros?
Mientras tanto nuestra querida presidenta se dedica a hacer como si no pasara nada, y a mejorar la calidad de ciertas escuelas de 'Excelencia', descuidando así a los que según dicen no somos excelentes.
Hay que seguir intentando que alguien nos escuche, y nos escuche de veras, porque no estamos en la edad media, y aunque no seamos ricos tenemos derecho a tener el futuro que nosotros decidamos tener. No podemos dejar que alguien así siga decidiendo lo que va a ser de nosotros, porque hoy son 3000 profesores, y mañana es la privatización de las universidades, y no, no estoy dispuesta a renunciar a mis sueños por esto.
¡NO SOMOS GASTO, SOMOS INVERSIÓN!